LA RUTA INVISIBLE: ENTRE EL SERVICIO Y LA ESPERANZA - 3ª ETAPA
17 de Agosto de 2025 | Medellín, Antioquia | Cristin Serrano, Periodismo UCN
El rugido metálico del tren carbonero se impuso sobre el murmullo de los ciclistas. Las luces rojas del cruce titilaban, mientras el pelotón, detenido a pocos kilómetros de haber partido de Fundación, observaba cómo los vagones parecían no tener fin. Detrás, el sol comenzaba a levantarse, tiñendo de naranja las montañas. La Ruta al Mar apenas había iniciado y ya dejaba una postal inesperada: bicicletas en pausa frente a un tren interminable, como si la carretera misma quisiera recordar que todo viaje empieza con una espera.
Los ciclistas detienen su marcha para fotografiar el amanecer mientras un tren carbonero pasa a su lado. Créditos: Hope Media Colombia
En medio del grupo avanzaba Samuel Camacho, nacido en Bucaramanga, ingeniero de sistemas y adventista de tercera generación. Su trayectoria dentro de la Iglesia es extensa: ejerció como profesor, coordinó ADRA en el Oriente Colombiano y también administró centros de salud en Bucaramanga y Medellín, entre otros servicios. Ha estado detrás de iniciativas como “Cenas de Amor” y de programas multitudinarios como la Caravana de la Esperanza de 2010 y 2013, además de congresos y campamentos.
Él mismo lo recuerda así: “En el 2010 desarrollamos la primera Caravana de la Esperanza en el oriente colombiano… en 2013 la segunda caravana a nivel nacional desde la Unión, y pude hacer el apoyo logístico”. Además, lo considera su evento cumbre, afirmando: “Fue un momento muy especial en el que pudimos trabajar con la Gobernación, con la Policía, con muchos estamentos del Gobierno que nos apoyaron para poder cumplir con esa misión”.
Samuel Camacho junto al equipo de apoyo logístico durante la Caravana de la Esperanza, un evento realizado en Bucaramanga en 2013. Créditos: Shirley Rueda, Caravana de la Esperanza 2013, Periodismo UCN
Si algo define a Samuel es su visión de la logística como un ministerio en sí mismo. “Trabajar con la logística para la Iglesia es una cosa espectacular. Me encanta ver a la Iglesia desarrollarse y mostrarse ante la comunidad… yo quisiera que mi Iglesia fuera mucho más visible”. Esa convicción, recuerda, se afianzó después de escuchar un sermón del pastor Edgar Redondo titulado “La Iglesia visible”, que lo marcó profundamente. Desde entonces entendió que cada detalle organizativo es también una manera de predicar y mostrar a Jesús.
El ciclismo llegó a su vida casi por accidente, cuando dejó el fútbol. “Mi suegro, que hoy tiene 80 años, todavía es ciclista. Con él y mis cuñados empecé a montar bici… jamás pensé recorrer el país en bicicleta”. Con el tiempo descubrió que la bicicleta no solo era un deporte, sino una escuela de vida: “El ciclismo nos acuesta temprano, nos enseña a hidratarnos, a descansar. Es un deporte muy abarcante, porque, si lo piensas, integra varios de los remedios naturales que siempre hemos hablado: ejercicio, descanso, agua, nutrición, aire puro y hasta el dominio propio”.
Samuel Camacho pedalea en solitario durante la Ruta al Mar, disfrutando del desafío y la fe compartida. Créditos: Hope Media Colombia
La bicicleta, sin embargo, no es solo disciplina física. En el marco de Esperanza sobre Ruedas, Samuel lo entiende como un espacio de fe compartida: “Uno de los primeros objetivos fue impactar a la comunidad… pero también impacta al ciclista, porque nos conocemos, crecemos espiritualmente, compartimos”. Y valora especialmente la diversidad: “Me encanta que participen no adventistas, porque tenemos la posibilidad de testificar y compartir la alegría de nuestra esperanza en el pronto regreso de Jesús”.
La carretera hacia Santa Marta fue más exigente de lo esperado. Tramos angostos, el calor implacable y el ascenso al Ziruma pusieron a prueba al pelotón. Pero también regalaron uno de los momentos más memorables: el descenso hacia la bahía, con el mar extendiéndose al horizonte como promesa cumplida.
El grupo de ciclistas avanza por la carretera rumbo a Santa Marta, con las montañas en el horizonte. Créditos: Hope Media Colombia
Al pensar en el futuro, Samuel deja ver su mirada hacia lo eterno: “Yo quisiera que dentro de diez años estuviéramos en el cielo… si no es así, debemos seguir mostrando a Jesús de todas las maneras posibles, incluso en el ciclismo”.
Y cuando se trata de a quién dedica el esfuerzo, sus palabras son claras y directas: “Siempre, en primer lugar, está mi familia: mi esposa, mis hijas, mi madre, mis hermanos. Esa familia que llevo en el corazón”.
La Ruta al Mar continúa su camino, dejando atrás las tierras que inspiraron el realismo mágico de Gabo. Tras la llegada a Santa Marta, el pelotón se prepara para la última jornada que los llevará hasta Barranquilla, donde concluirá esta versión de Esperanza sobre Ruedas.
Crónica por: Diego Enrique García
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