Reflexiones para tí.

Elcana

Elcana tenía dos esposas. Una de ellas se llamaba Ana, y la otra, Penina. Ésta tenía hijos, pero Ana no tenía ninguno. Samuel 1:2.

El error de Elcana fue haberse casado con dos mujeres. Tal vez podemos entenderlo desde el punto de vista cultural o histórico, pero no deja de ser un error. Muchas veces, nosotros también queremos explicar nuestros errores basándonos en la tradición, en la cultura o en lo que todo el mundo hace. El pecado, por más que sea repetido, continua siendo pecado.

Los hijos de Penina “sin culpa alguna” eran el grito constante del error cometido por Elcana. El amor que sentía por Ana no era suficiente para cubrir la equivocación de haber ido contra una orden divina.

Elcana era amable, cariñoso, comprensivo, sensible, educado… y tenía buenas intenciones, igual que la mayoria de los pecadores.

Lo cierto es que cuando Samuel nace, respondiendo a la oración de fe de Ana, Elcana no se opone al voto tomado por su esposa en soledad.

Algunos creen que esta postura que asumió Elcana demuestra su confianza en que Dios le daría más hijos con Ana. Puede ser. Pero la fe es exactamente eso: a pesar de errores cometidos, el pecador “sin conocer el futuro” confía en la misericordia de Dios.

Elcana era uno de los sacerdotes que gracias a la no complacencia de Ofni y Finees, los hijos impíos de Eli, había quedado reducido casi al olvido del pueblo en la región montañosa de Efraín. A pesar de esto, y contra todo lo que la situación espiritual en el Tabernáculo le mostraba, iba cada año a cumplir con sus responsabilidades religiosas. Para nosotros hoy, adorar puede ser apenas una “responsabilidad religiosa” o un estilo de vida. Tú lo decides.

Elcana, aunque era un sacerdote, no tomó muy en cuenta, por ejemplo, la historia de Abraham, que sin duda conocía. Nuestras decisiones espirituales muchas veces las tomamos basados no en lo que sabemos o conocemos, sino en los gustos personales, en los impulsos del momento, en la circunstancia instantánea que nos rodea. Si nos diéramos más tiempo para pensar (y orar) antes de tomar una decisión, Dios nos podría ayudar a hacerlo de la mejor manera posible.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor






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