Reflexiones para tí.

Agag

A Agag, rey de Amalee, lo capturó vivo, pero a todos los habitantes los mató a filo de espada. 1 Samuel 15:8.

La mejor idea que podamos tener se hace nada cuando va contra la voluntad de Dios. Simple, claro y específico. Cuando el Cielo ordena algo, no hay nada diferente que podamos hacer y que sea bueno (ni siquiera aceptable).

Mantener con vida al rey de los amalecitas no era una pésima idea, hasta debo confesar que, en algún aspecto, me gusta mucho ese gesto de humanidad. El problema es que Dios había sido muy claro: “Mátalos a todos” (1 Sam. 15:3).

¿Por qué matar al rey? Hasta se le podría predicar el evangelio y convertirlo. Además de ganar un alma para el Reino, podría ser usado como publicidad positiva en relación con la conversión que el poder del Cielo provoca. Como si esto fuera poco, él sería un argumento muy fuerte para la transformación -quién sabe- de todos los pueblos enemigos de Israel.

No obstante, Dios da sus órdenes para ser cumplidas, no para que las discutamos. A veces, tal vez ni siquiera las entendemos.

No sé cuál será el “Agag” que quieres mantener vivo cuando Dios da la orden contraria. No sé cuál es el pecado que guardas en un rincón de tu corazón, con la “buena intención” de hacer alguna cosa positiva con él. Tu Agag, quizá, no sea malo; casi podríamos decir que en este momento de tu vida es inofensivo. Pero, recuerda que la cuestión está en las órdenes de Dios.

Por ejemplo, él ordenó no comer carne de cerdo. Nosotros, cristianos (seguidores de Cristo), no la comemos no por una cuestión de salud o de temperancia; no la rechazaamos porque sea inmunda o pueda transmitir toxinas. No importa si el cerdo no es tan cerdo ni si su carne tiene bajo tenor graso. No la comemos porque Dios mandó que no la comamos. Es una cuestión de obediencia, no de ceremonias.

Recuerda: “Samuel respondió: ‘¿Qué le agrada más al Señor: que se le ofrezcan holocaustos y sacrificios, o que se obedezca lo que él dice?’ El obedecer vale más que el sacrificio, y el prestar atención, más que la grasa de carneros” (1 Sam. 15:22). Simple, claro y específico.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor






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