Reflexiones para tí.

Jeroboam

Entonces Ahías tomó el manto nuevo que llevaba puesto y, rasgándolo en doce pedazos, le dijo a Jeroboam: “Toma diez pedazos para ti, porque así dice el Señor, Dios de Israel: ‘Ahora voy a arrancarle de la mano a Salomón el reino, y a ti te voy a dar diez tribus’”. 1 Reyes 11:30, 31.

Dios maneja los tiempos. Algunas de sus profecías las hace cumplir en dos mil trescientos años. Otras, en pocos días. ¿Por qué Dios actúa de esa manera? No lo sabemos, pero no es difícil aceptar que él tiene la mejor opción en cada decisión.

En esta historia, Jeroboam, el siervo que se había ganado el respeto de todos, a quien el mismo rey Salomón había colocado para supervisar el trabajo forzado que se estaba realizando, se encuentra con el profeta Ahías y se entera de que es el elegido por Dios para cumplir la profecía de la división del reino.

La Palabra de Dios es segura; por eso puedes estar tranquilo. El rey Salomón de alguna manera se enteró de la conversación que su siervo tuvo con el profeta. Su error estaba claramente expuesto delante de sus ojos. Como David en el episodio con Betsabé, podría haberse arrepentido y, quién sabe, Dios podría haber actuado de alguna manera en su favor. Pero, por extraño que nos pueda parecer, el rey eligió el mismo camino que había recorrido Saúl contra David: intentó matar al elegido de Dios. Muchas veces, ellos fueron escogidos porque nosotros optamos recorrer el camino equivocado.

Jeroboam, debió de haberse levantado aquel día pensando en ir hasta su lugar de trabajo y continuar cumpliendo, lo mejor que pudiera, con la labor que le había encomendado el rey. Para él, imagino que haber sido elegido por Salomón como el responsable por ciertas tareas era el mayor sueño que podría tener. Pero Dios –siempre– tiene reservado algo más para nosotros. Él no quería que Jeroboam, fuese solamente un capataz, él quería que fuese un rey.

La historia de la elección de Jeroboam, para que sea el futuro rey de Israel me hace pensar en nuestra salvación. Somos “esclavos” que no merecemos ninguna distinción, apenas conseguimos hacer el trabajo medianamente mejor que algunos; pero esto no nos da ningún mérito.

Por algún motivo que no conseguimos entender, somos elegidos por Dios para que recibamos un don que es infinitamente superior a cualquier sueño que tengamos. No te conformes con menos.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor






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